Cachorro de aspecto inusual adoptado por una familia no se preocupaba por sus cicatrices. Los animales desfigurados tienen dificultades para encontrar hogar en los refugios, pero este perro tuvo “suerte”.
Lisa, una cachorrita de 10 semanas con cicatrices en toda la cara y ojos hinchados que requirió cirugía, fue llevada a Humane Society of Silicon Valley. El personal del refugio no estaba seguro de poder encontrarle un hogar al cachorro hasta que llegaron Christine Doblar y su familia.
“Todo el tiempo, mis hijas estaban asustadas porque alguien más iba a secuestrarla”, dijo Doblar a The Dodo. “A pesar de su apariencia inusual, tiene una personalidad maravillosa y brillante. Miramos algunos perros más, pero ninguno se podía comparar con el hecho de que ella acudió a cada uno de nosotros y fue igual de cariñosa y exuberante con todos los que conoció”. La familia regresó al día siguiente para adoptar a Lisa, a quien llamaron “Lucky”.
Lisa, una cachorrita de 10 meses, fue entregada recientemente a un refugio de animales de California.
Su rostro quedó desfigurado y requirió cirugía de párpados.
“Podría ser desagradable a la vista”, afirmó Finnegan Dowling de HSSV.
Las posibilidades de Lisa de ser adoptada eran escasas, según los trabajadores del refugio.
La historia desafía los estereotipos y los juicios superficiales, recordándonos que la belleza no reside solo en la apariencia sino en la amabilidad y empatía que brindamos a los demás, ya sean humanos o animales. Es una lección que trasciende la historia y toca el núcleo de nuestra humanidad compartida.
Es decir, hasta que llegaron Christine Doblar y su familia.
“Ella simplemente tiene una personalidad genial y brillante…”
Observamos un par de perros más, pero ninguno se acercó”.
“Porque ambos tenemos suerte”, la familia decidió apodarla Lucky y la adoptaron el mismo día.
En conclusión, la historia del perro abandonado con apariencia “fea” que encuentra una familia amorosa es un mensaje inspirador de esperanza, aceptación y transformación. Nos anima a mirar más allá de las cicatrices y los juicios externos, reconociendo el valor y el potencial de cada ser vivo. Es un recordatorio de que el amor no conoce fronteras y que cuando abrimos nuestro corazón, realmente podemos marcar una diferencia en las vidas de quienes más lo necesitan.