Ella simplemente parecía tan pequeña y frágil, y yo tenía tanto miedo de lastimarla. Somos Carla y Ash, y esta es la historia de Wanda para Goob. Estaba programada para la eutanasia, recibimos una llamada del sistema de refugios de Los Ángeles. Éramos su último recurso de rescate. La incorporamos a nuestro programa de acogida, y ahí es donde Ash se involucró.
Cuando Wanda llegó por primera vez, estaba muy, muy asustada, temía no poder protegerla como era necesario. Su espíritu estaba completamente roto, y esa es la parte más difícil. Puedes tratar lo médico, pero curar un alma rota es completamente diferente. Se estimaba que tenía entre 12 y 17 años cuando llegó, pesaba solo 3.9 libras. Cada vez que intentaba tocar su barriga, ella gritaba y yo estaba tan nerviosa.
Cuando Wanda estaba en el refugio, la apodaron “No me toques, Wanda”. En el transcurso del último año, ha desarrollado realmente un sentido de seguridad aquí. Es una trabajadora incansable. Tiene muelles en las patas, es toda una atleta y va a donde ningún perro ha ido antes.
Recuerdo una tarde estábamos acostadas en el sofá juntas, y se dio la vuelta queriendo que le acariciara la barriga. Ahora me hace hacer eso todas las noches, desde todos los ángulos posibles. Empezaron a amarse locamente. ¡Sí, eres una superestrella, pequeña! Eres una joya de amor transformada. Sí, date la vuelta, Wanda es muy mandona y atrevida. Es una buena chica.
Si doy atención a alguien más, ella se mete. Se sabe que ahuyenta a Pitbulls de 100 libras de sus platos de comida. Le falta una parte de la mandíbula, pero de alguna manera logra comer el pienso de los cuencos de los demás perros. Wanda está tratando de encajar. Siempre estábamos destinadas a estar juntas. Te quiero, pequeña.
La tengo desde hace año y medio, y estoy tan metida en el momento con Wanda. Ella me enseña a vivir la vida. Mi vínculo con Wanda se hizo tan fuerte que eventualmente decidimos que Wanda sería para siempre una acogida a largo plazo aquí en el santuario.
Estos animales son mágicos, nos enseñan tanto. No los descarten. Sé lo temerosa que estaba del contacto humano, y el hecho de que confíe en mí para tocarla y darle el cuidado que necesita es un honor. Es un honor y un privilegio cuidar de Wanda. Es como mi tía. La respeto y la quiero. Ella comparte su sabiduría conmigo y me ha enseñado tanto.