En un giro conmovedor de los acontecimientos, el Instituto Amor en Patas (IAPA) se encontró recientemente con una perra preñada que había sido abandonada en su puerta. Natajuli, como llegó a ser conocida, tenía nueve semanas de embarazo y necesitaba ayuda urgentemente. Cuando los compasivos voluntarios de la SIP la encontraron, estaba débil, incapaz de mantenerse en pie y consumida por el miedo. Su condición vulnerable conmovió los corazones de quienes acudieron en su ayuda y se embarcaron en un viaje de atención, apoyo y nuevos comienzos.
El dueño anterior de Natajuli la dejó en la puerta, impulsado por el miedo a su inminente maternidad. Inicialmente, el miedo de Natajuli se manifestó en su comportamiento protector, mientras se protegía a sí misma y a sus cachorros ante los rostros desconocidos de los voluntarios. Sin embargo, con el tiempo y paciencia, empezó a abrirse y a confiar en quienes le tendían una mano.
Un voluntario contó el momento en que conoció a Natajuli y compartió: “Mira su vientre: puede contener 13 o 14 preciosas vidas. Estamos planeando programar sus pruebas para mañana ya que está bastante débil”. La preocupación por el bienestar de Natajuli era palpable y los voluntarios se unieron para brindarle la atención que necesitaba.
La anticipación creció a medida que los voluntarios se preparaban para la ecografía de Natajuli para garantizar un parto seguro. A pesar de su estado de debilidad, Natajuli regresó al refugio bajo su atenta mirada. Finalmente llegó la ocasión trascendental: Natajuli dio a luz con éxito a su primer bebé, un niño alegre.
La conmovedora sorpresa se reveló cuando Natajuli continuó dando a luz, no a unos pocos, sino a la sorprendente cantidad de 14 adorables cachorros. La visión de Natajuli y sus 14 bebés evocó una mezcla de emociones en los voluntarios, que iban desde una alegría abrumadora hasta el sentido de responsabilidad que les esperaba.
Siguió una visita al veterinario, donde Natajuli y sus 14 pequeños fueron sometidos a chequeos, ecografías y análisis de sangre. Su salud era una prioridad absoluta y el alivio fue evidente cuando Natajuli salió con el rostro sonrojado pero fuerte. Los cachorros no fueron una excepción, cada uno de ellos regordetes y saludables, un testimonio del cuidado y la dedicación volcados en su bienestar.
Un voluntario compartió su sentimiento y dijo: “Casi se me salían las lágrimas cuando vi la sonrisa de Natajuli, y sus cachorros son demasiado adorables; no puedo evitar querer colmarlos de afecto”.
A medida que se desarrolla este conmovedor viaje, los voluntarios se enfrentan al delicioso desafío de nombrar las 14 pequeñas maravillas. Se extiende una invitación a todos los que comparten su historia para que sugieran nombres que tengan significado y resonancia. Estos nombres se convertirán en parte de la historia de resiliencia, esperanza y compasión inquebrantable que define el viaje de Natajuli y las vidas que trajo al mundo.