El pequeño Tres era un cachorro que tuvo que soportar una crueldad inimaginable a una edad tan temprana. Le ataron brutalmente las cuatro patas, dejándole profundas heridas y cicatrices, y le arrancaron una pata, dejando al descubierto sus huesos y metacarpianos. El pobre cachorro estuvo destinado a ser rescatado durante seis largos días hasta que alguien finalmente se dio cuenta. Afortunadamente, una persona de buen corazón, que no podía soportar ver sufrir al joven cachorro, planeó rescatarlo.
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Cuando el rescatista vio a Tres, el perro ya estaba pálido y la infección era grave. Una pata era solo huesos y metacarpianos, y las cuatro patas tenían heridas profundas alrededor de la parte inferior de las piernas. Los niveles de estrés del cachorro eran tan altos que el veterinario no pudo hacerle un análisis de sangre y la mucosa estaba pálida como un fantasma. Estaba claro que Tres necesitaba atención médica inmediata.
Al quinto día, Tres todavía estaba luchando con las heridas que le habían infligido. Uno de sus pies fue desollado entero, dejando solo los huesos de sus patas y dedos. Algunas de las heridas estaban sanando bien, pero a otras les habían arrancado tejidos musculares y cutáneos, dejando al descubierto sus huesos. Los veterinarios le dieron medicamentos especiales para la regeneración de tejidos y, aunque su fiebre ya no era tan alta, todavía respondía a los medicamentos.
El octavo día, Tres perdió un pie y tres más casi se pierden. Su temperatura corporal todavía era inestable, subía y bajaba. Pero a pesar de todo el dolor y sufrimiento, Tres sacó fuerzas al escuchar la voz del rescatista y saber que estaba siendo atendido. El día 24, el estado de Tres seguía siendo precario y el rescatista pidió oraciones por él. Su pierna derecha corría riesgo de perderse y la pata estaba hinchada.
Pero a pesar de los desafíos, Tres era un luchador. Se sometió a limpieza y tratamiento diario de las heridas y, de forma lenta pero segura, sus heridas comenzaron a sanar. Aunque hubo momentos de ansiedad y preocupación, Tres nunca se rindió. Luchó por vivir y se recuperó gracias al amor y el cuidado que recibió.
Finalmente, después de 38 días de tratamiento agotador, Tres se recuperó por completo. Podía caminar y correr como otros perros y encontró un hogar amoroso con el rescatista. Fue un testimonio de su fuerza y resistencia el haber sobrevivido a un viaje tan angustioso. Tres merecía toda la felicidad que pudiera tener y fue reconfortante verlo transformarse en un perro feliz y saludable.