Sus entrañas se hincharon de vida mientras el perro deambulaba sin rumbo por las calles desoladas. Tuvo que valerse por sí misma cuando sus dueños anteriores la abandonaron.
Sin embargo, cuando se acercó la fecha del parto, reconoció que necesitaba ayuda. Sus contracciones se hicieron más fuertes y frecuentes a medida que se movía. Estaba consciente de cómo su cuerpo se preparaba para la llegada de sus cachorros.
Ella buscó desesperadamente a alguien que la ayudara. Finalmente, llegó a la casa de un local. Corrió hacia la puerta y empezó a tocarla.
Frustrada, gritó con la esperanza de que alguien la escuchara y la ayudara. Nadie pudo abrir la puerta, a pesar de sus intentos.
Esperó durante horas, esperando que llegara alguien. Usó cada gramo de sus fuerzas para llegar a la clínica veterinaria del vecindario. La perra fue llevada a una habitación y preparada para el parto tan pronto como el veterinario y sus colegas se dieron cuenta de que estaba de parto.
La ecografista jadeó de incredulidad mientras examinaba al perro. En realidad, dentro del perro se estaban desarrollando 12 cachorros, no sólo uno o dos.
Poco después, el veterinario y sus colegas comenzaron a hacer los preparativos para el nacimiento. Fueron necesarias horas de lucha, pero finalmente los cachorros emergieron uno por uno. La exhausta madre observó, con la cola saltando de alivio, mientras bañaban y pesaban a sus hijos.
Posteriormente, el veterinario y su familia adoptaron al perro abandonado. Cada día estaba mejor, más feliz y más seguro de sí mismo.
Mamá y sus bebés crecieron juntos fuertes y saludables porque recibieron el amor y el cuidado que necesitaban.