La naturaleza está llena de sorpresas y, a veces, esas sorpresas pueden ser un poco embarazosas. Hay ciertas formas y formas que se encuentran en el mundo natural que tienen un parecido incómodo con objetos más íntimos. Estas formas, que a menudo son el resultado de una evolución convergente o una simple coincidencia, pueden provocar risas, sonrojos e incluso escalofríos en quienes las encuentran.
Un ejemplo de este fenómeno se puede encontrar en ciertas especies de orquídeas. Las flores del género Ophrys, comúnmente conocidas como “orquídeas abeja”, son famosas por su extraño parecido con las abejas hembra. Las flores incluso emiten feromonas que imitan el olor de una abeja hembra, lo que atrae a las abejas macho hacia ellas. Las abejas, pensando que han encontrado una pareja potencial, intentan aparearse con las flores y, sin darse cuenta, las polinizan en el proceso.
Otro ejemplo de las formas que inducen el rubor de la naturaleza se puede encontrar en ciertas especies de hongos. El hongo stinƙhorn, por ejemplo, es conocido por su forma fálica y su olor acre, que se dice que se parece al olor de la carne podrida. El hongo usa este olor para atraer moscas, que ayudan a esparcir sus esporas y aseguran su supervivencia.
Incluso ciertas frutas pueden tener formas embarazosas. El durián, una fruta popular en el sudeste asiático, es conocido por su fuerte olor y su exterior picante. Sin embargo, es el interior carnoso de la fruta lo que puede ser un poco incómodo. Se dice que la carne suave y cremosa se parece a las natillas o al queso, pero su forma fálica ha llevado a algunos a compararla con cierta parte del cuerpo masculino.